Construyendo comunidad

*Por Jeniffer Julia Delgado Chambi.

Cuando estaba en cuarto de secundaria, allá por el 2010, llevé el curso de Persona Familia y Relaciones Humanas con un profesor llamado David, si la memoria no me falla. El contenido del curso era tan obvio, que no recuerdo mucho. Pero hay algo que se me quedó grabado de por vida. 

Un día el profe David estaba hablando sobre la delincuencia. Nos dijo que, para erradicarla, no era necesario el uso de violencia, solo había que pararse uno al lado del otro. «Si los malos ven que los buenos somos más, no les quedará de otra que rendirse», dijo. 

En ese momento no me convenció del todo. Para empezar, dividir a las personas en buenos y malos me parecía muy infantil; pero entiendo que fue con fines didácticos. Luego estaba eso de no usar violencia y como yo siempre pensando ando, llegué a la conclusión de que era imposible, ¿Acaso no es violencia meter preso a alguien? violencia institucionalizada y legal; pero violencia al fin y al cabo. 

No obstante, pararse uno al lado del otro es una pequeña acción que, podría no funcionar; pero en el mejor de los casos, salvaría la vida de alguien. 

Decidí hacer una interpretación no tan literal de las palabras del profe. Tal vez lo que quería decir es que hagamos algo no (tan) violento, que le diga al agresor/delincuente que lo estamos viendo y que su víctima no está sola.

Se trata de una acción pequeña; pero no sencilla. Desde la niñez se nos enseña que no hay que meterse en los problemas de las y los demás, que puedes salir mal parado(a) si lo haces y que es mejor cuidarse a uno(a) mismo(a). Los adultos creen que nos enseñan autocuidado, cuando en realidad es individualismo. Entonces, ¿Cómo actuar en contra de lo que tenemos tan interiorizado?

En mi opinión hace falta un cambio de paradigma. Necesitamos entender que cuidar y ayudar a las y los demás es cuidarse a una misma. Porque si le roban a tu vecino y tú no haces algo por ayudarlo, nada impide que mañana te roben y tu vecino no estará ahí para ti. Entonces, tiene que ver con reciprocidad; pero también con crear comunidad.

No es solo ayudar a alguien esperando que este te ayude después. Es ayudar a alguien porque ayudándolo te ayudas a ti mismo(a). Porque vivimos en sociedad y si esta es más segura para un individuo, es más segura para todos y todas.

Si nos paramos al lado de alguien, no solo estaremos ayudando a esa persona, sino también al potencial agresor o delincuente. Recuerden que la idea es hacer que este se lo piense dos veces antes de delinquir, que le resulte más provechoso actuar conforme a derecho. De alguna forma estaríamos protegiendo su dignidad.

En mi no tan larga vida he procurado ponerme al lado de la otra persona y me di cuenta que cuando uno hace eso, las y los demás se unen. Es como una fiesta, basta que uno empiece a bailar para que los demás salgan a la pista de baile. 

A veces se logran cosas hermosas: impedir que detengan a alguien injustamente, evitar que le decomisan un cochecito a una señora ambulante, ayudar a una chica acosada por extraños, socorrer a una chica que está siendo asaltada, lograr que una señora se ponga mascarilla en la combi, etc. Otras veces los resultados no son tan positivos: un conductor consigue darse a la fuga después de provocar un choque, inspectores de tránsito ponen papeleta a quien no incumplió norma alguna, encierran en carceleta a mujer gestante que denuncia violencia familiar, te lanzan gas lacrimógeno por llevar agua a universitarios atacados con perdigones, la agraviada defiende a agresor porque es su pareja, etc.

Y existen momentos en la vida, en que otras personas se paran a tu lado. Deciden que prefieren llegar tarde a su trabajo si eso garantiza que un ladrón de celulares no huya, e incluso te acompañan a la comisaría. Deciden dejar de ganar unos soles para llevarte gratis a presentar tu denuncia. Deciden dejar el anonimato para ver al ladrón a los ojos y hacerle saber que no estás sola.

Cuando estamos frente a una injusticia es natural sentir miedo; pero si queremos ser libres no deberíamos dejar que este influya en nuestras decisiones. No sé, piénsalo.

*Bachillera en Derecho por la Universidad Nacional San Agustín, graduada dentro del quinto superior (2018). Secigrista en la Corte Superior de Justicia de Arequipa (2017). Becaria de INDECOPI en el XXII Curso de Extensión Universitaria en Políticas de Competencia y Propiedad Intelectual (2020), con diploma por haber ocupado el segundo puesto en la especialidad de Derecho. Voluntaria en Foro Regional por los Derechos Sexuales y Reproductivos de Arequipa – FORDES (2020). Miembra activa de Asociación de Feministas Independientes y Diversas de Arequipa – AFFIDARE (2020). Capacitada en gestión pública, derechos humanos y acceso a la justicia. Participante de talleres y laboratorios vinculados a estudios de género y prevención y acción frente a la violencia basada en género. Experiencia laboral en las ramas de Derecho Civil, Penal y Administrativo en instituciones públicas y privadas. Mujer de Derecho de Apori.

 



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