Las mujeres abortan, gestan, paren y maternan en una sociedad violenta

*Por Ila Lorenza Chirinos Rojas.

Mujeres con maternidades deseadas, niñas con maternidades forzadas, mujeres abortando, yendo a parir; decidiendo sobre su autonomía corporal, o no teniendo opción de transitar por experiencias de gestación, de parto, de maternar, son mujeres que resisten en una sociedad que sistemáticamente ejerce violencias sobre sus cuerpos y que se agudizan mucho más, en esos momentos.

Cuerpas patologizadas, sobre las que se ejercen una de las violencias más normalizadas, desde mi punto de vista, y de las que incluso desde los movimientos de mujeres poco se habla, esta es la denominada, violencia obstétrica. Podríamos decir que si bien en la última década, la violencia obstétrica está siendo más ampliamente estudiada y visibilizada, todo esto se hace desde lo académico, desde el ámbito médico, social, legal, entre otros, y es reciente, esto no porque recién haya surgido esta problemática, sino que es recién bajo esta denominación que se está englobando, por ejemplo: los maltratos, falta de respeto, violencia física, verbal y hasta sexual, en contra de las mujeres, en sus experiencias reproductivas..

Es importante mencionar que es muy común que se defina a la violencia obstétrica como violencia de género, sin embargo, en este tipo de violencia sobre los cuerpos de las mujeres también saltan otras categorías como la de la raza y en consecuencia la violencia racista, solo por poner un ejemplo. Se tiende a englobar las violencias sobres las mujeres en función del género solamente, y de manera peligrosa se universaliza a las mujeres, bajo un solo modelo hegemónico, invisibilizando incluso las identidades que viven desigualdades históricas.

Para un abordaje integral de una problemática específica como la violencia obstétrica, en este caso debemos apuntar por la mirada interseccional, haciendo análisis desde el género y desde el racismo. Todo esto me lleva a pensar en la experiencia que me atraviesa desde la obstetricia, pues siempre se tiende a uniformizar las experiencias sexuales y
reproductivas de las mujeres, no se incluye a las transmasculinidades en ellas, el sistema sanitario peruano está acostumbrado a atender una corporalidad hegemónica, cuando se atiende a las mujeres no se aplica la interseccionalidad, ven solo a un tipo de mujer, por ejemplo cuando se habla de violencia obstétrica casi siempre se habla de mujeres que viven en lo urbano, donde hay acceso a un centro materno infantil o un hospital donde se puede llegar a parir , no se habla mucho de las experiencias de las mujeres afrodescendiente, indígenas o amazónicas, de cómo son estas opresiones que experimentan o de cómo la discriminación las hace preferir otros ambientes y personas para parir.

Mujeres en todas sus diversidades han acudido alguna vez a consulta por algún tema que involucre su salud reproductiva y en las consultas salta a la luz un sinfín de testimonios de “maltratos”, de “falta de respeto” en el desarrollo de la atención, se evidencia algo que no muchas mujeres han escuchado hablar, y que incluso normalizan, la violencia obstétrica. Esta peligrosa normalización de un tipo de violencia, la invisibiliza, la hace habitual y hasta automática, esto genera una gran barrera para que la población pueda siquiera identificarla y también porque al personal de salud le cuesta admitir lo violenta de sus prácticas.

Y aquí surgen más preguntas, ¿la obstetricia siempre fue así?, ¿ha sido la obstetricia un medio institucionalizado, utilizado para perpetuar las violencias sobre los cuerpos de las mujeres?

Hablar de violencia obstétrica desde una mirada interseccional es un desafío, lo es más hablar y luchar contra ella siendo obstetra, pero es un reto por un deseo de transformación y algo que siempre me repito es: “La obstetricia y los derechos humanos no son excluyentes”. Como obstetra y feminista me he visto en algún momento de mi vida profesional conflictuada, ya que desde mi propio gremio profesional hay quienes te señalan y tachan por estar a favor de los derechos humanos, por ejemplo, estar a favor del derecho a decidir, del derecho al aborto libre, hay quienes piensan que siendo obstetra y hablar de violencia obstétrica es “no ponerte la camiseta”, es traicionar a tu gremio. Hay quienes incluso han cuestionado mi postura y acciones, aduciendo a que no soy madre. Esta famosa frase de: “No necesitas ser parte de la causa para luchar por ella” es muy cierta y aplicable para todo, no soy madre es verdad, pero no necesito serlo para ser defensora de la salud de las mujeres, creo plenamente que las mujeres merecemos decidir ser madres o no y en caso de ejercer la maternidad, que esta sea libre y respetada.

Es muy contradictoria la forma de actuar de muchos y muchas profesionales que indican velar por la salud sexual y reproductiva y no identificar este tipo de violencia, probablemente esto por lo que ya mencionamos líneas arriba, la peligrosa normalización, pero como agentes de salud tenemos la responsabilidad de alinearnos al ejercicio libre de
los derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos de todas las mujeres, sin discriminación ni violencia, ya que es nuestra obligación y de paso nuestra lucha.

* Obstetra por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Maestranda en Género y Desarrollo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Directora de la Colectiva Obstetras Feministas.Activista por los derechos sexuales, derechos reproductivos y no reproductivos de las mujeres en toda su diversidad, activista contra la violencia obstétrica y violencia ginecológica.

**Imagen: https://violenciaobstetrica.co/wp-content/uploads/2021/05/Untitled-design-1.jpg



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