El Derecho a NO denunciar: Comprendiendo la elección de las víctimas de violencia sexual.

*Por: Lucía Ortiz Morales

 A menudo, la sociedad, impulsada por un sentido de justicia y por la necesidad de castigar a los culpables, cuestiona a las víctimas de violencia sexual que eligen no denunciar a sus agresores. Sin embargo, tras años de experiencia en el campo de los derechos humanos y la violencia de género, he llegado a la firme convicción de que el respeto a la decisión de no denunciar es tan fundamental como el derecho a la justicia.

En primer lugar, es esencial reconocer que cada víctima experimenta el trauma de manera única. Si bien algunas encuentran consuelo y empoderamiento en el proceso judicial, otras pueden verlo como una prolongación de su victimización, un recordatorio constante del trauma vivido. Las razones detrás de la decisión de no denunciar son profundas y multifacéticas, desde el miedo a represalias hasta la desconfianza en un sistema judicial que históricamente ha fallado a las víctimas de violencia sexual.

El camino hacia la recuperación es personal, y para algunas víctimas, la sanación puede no involucrar un tribunal o una denuncia pública. Podría ser a través de la terapia, el apoyo de seres queridos, el arte o cualquier otro medio que les permita procesar y superar el trauma. En ese sentido, ¿quién somos nosotros para cuestionar o invalidar su elección?

Debemos redefinir nuestra percepción de la justicia. Si bien es cierto que es fundamental llevar a los perpetradores ante la justicia para evitar futuros actos de violencia y garantizar la seguridad pública, también es cierto que la justicia se trata de garantizar el bienestar y la recuperación de la víctima. Si una víctima siente que su bienestar se garantiza mejor manteniendo su trauma en privado, entonces esa es una forma de justicia en sí misma.

Además, nuestra responsabilidad colectiva va más allá de la justicia retributiva. Es imperativo construir sistemas de apoyo sólidos y accesibles para las víctimas, garantizando que reciban el apoyo psicológico, médico y social necesario, independientemente de su decisión de denunciar.

Finalmente, en lugar de cuestionar la decisión de las víctimas de no denunciar, debemos preguntarnos cómo podemos ser más solidarios, cómo podemos crear un entorno donde se sientan validadas, apoyadas y seguras, independientemente de su elección. Es hora de que entendamos que el respeto a la autonomía de las víctimas no es solo un derecho, sino también un acto fundamental de empatía y humanidad.

1.Estadísticas y Realidad

Según cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables 1, en los primeros dos meses de 2023, se notificaron 8381 incidentes de violencia contra menores. Del total, el 33% corresponde a casos de abuso sexual y el 70% involucra a niñas y adolescentes. Este dato subraya la extrema susceptibilidad de este segmento de la población, como lo enfatizó la Defensoría del Pueblo2. Las razones abarcan desde el miedo y la vergüenza hasta la desconfianza en las instituciones y el desconocimiento de derechos.

2. Razones detrás de la elección de no denunciar 3

Las víctimas pueden rehusarse a denunciar debido a:

  • Miedo a represalias.
  • Estigmatización y victimización secundaria.
  • Desconfianza en el sistema judicial.
  • Trauma y deseo de olvidar.
  • Miedo a la revictimización durante el juicio.

 

2.1 La Importancia de Abordar los Obstáculos Culturales y Sociales desde una Perspectiva Internacional y Teórica

La lucha contra la violencia sexual, además de ser un asunto legal, requiere una reflexión profunda sobre las dimensiones culturales y sociales que influyen en la percepción y el tratamiento de tales delitos. Es imperativo recurrir a estándares internacionales y opiniones autorizadas en el campo para comprender mejor este fenómeno.

Cada sociedad posee su particular configuración de normas, tradiciones y percepciones sobre género, sexualidad y las relaciones de poder. En este sentido, Gayatri Spivak, en «¿Puede hablar el subalterno?» 4, enfatiza la importancia de reconocer cómo ciertas voces, especialmente las de mujeres en contextos subalternos, pueden quedar silenciadas por estructuras culturales dominantes. Este argumento destaca la necesidad de escuchar y entender estas voces como una medida crucial para combatir la opresión.

Por otra parte, Judith Butler, en «Gender Trouble»5, propone una reflexión profunda sobre el género como una construcción social. Butler sugiere que el género no es una característica inherente, sino una serie de actos repetitivos que consolidan normas sociales. En este marco, la violencia sexual puede entenderse como un acto extremo para reafirmar estas normas de género y ejercer control.

Adicionalmente, el concepto de estigmatización, como lo desarrolla Erving Goffman en «Estigma: Notas sobre la manipulación de la identidad deteriorada»6, se torna relevante al considerar cómo las sociedades pueden marginar y estigmatizar a ciertos individuos o grupos. Las víctimas de violencia sexual a menudo enfrentan este estigma, lo que puede actuar como un disuasivo poderoso contra la denuncia o la búsqueda de apoyo.

Michel Foucault, en «Vigilar y Castigar»7, aporta valiosas reflexiones sobre las dinámicas del poder y cómo estas estructuras de poder usan la vigilancia y el castigo para controlar y normalizar a la sociedad. Estas ideas pueden aplicarse para analizar cómo ciertas estructuras perpetúan la violencia sexual y ofrecen vías para su desmantelamiento.

Finalmente, desde un enfoque internacional, documentos como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW) y la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer ofrecen marcos cruciales que consideran la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos. Estas herramientas internacionales, en combinación con la jurisprudencia y la doctrina correspondiente, presentan un invaluable recurso al abordar la violencia sexual en un marco cultural y social.

En conclusión, enfrentar la violencia sexual exige un enfoque que integre las dimensiones culturales, sociales y legales. Los aportes de destacados teóricos y los estándares internacionales representan un camino hacia estrategias más holísticas y efectivas en esta lucha.

2.2 Estigmatización y victimización: La narrativa de la culpabilización

De acuerdo con Naciones Unidas, la estigmatización de las víctimas de violencia sexual es un impedimento grave para acceder a la justicia 8. Esta estigmatización se manifiesta en la culpabilización de la víctima, un fenómeno que Judith Lewis Herman, autora y profesora de Psiquiatría Clínica, identifica en su obra «Trauma y Recuperación» como un mecanismo que refuerza el silencio alrededor del trauma.

2.3 Las expectativas de género y su impacto en la percepción de la violencia

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ha subrayado en varias ocasiones la necesidad de abordar los estereotipos de género, que a menudo perpetúan actitudes que minimizan o justifican la violencia sexual. Kimberlé Crenshaw, en su teoría del «interseccionalidad», destaca cómo las identidades múltiples (como género, raza y clase) se cruzan y a menudo amplifican la vulnerabilidad de una persona a la discriminación y la violencia.

2.4 Educación como herramienta de transformación

Amartya Sen, en su concepto de «desarrollo como libertad», destaca la importancia de la educación como medio para expandir las libertades individuales y reducir la inequidad. A través de la educación, podemos cambiar actitudes y desafiar normas culturales dañinas. Una población bien informada es menos propensa a perpetuar actitudes y prácticas que perpetúan la violencia sexual.

2.5 Camino a seguir: Convergencia de teoría y práctica

Los estándares internacionales, complementados por investigaciones académicas, nos ofrecen un mapa hacia un futuro más justo y seguro. Es esencial que integremos estos conocimientos en nuestras políticas, programas y estrategias nacionales. Abordar las raíces culturales y sociales de la violencia sexual, respaldado por evidencia internacional y teoría consolidada, es el camino más efectivo hacia un cambio sostenible y significativo.

Conclusión

  • Respetar la decisión de una víctima de violencia sexual es esencial para garantizar su autonomía y dignidad. Cada individuo tiene el derecho de decidir sobre su proceso de sanación y recuperación. Las decisiones relacionadas con la denuncia no sólo están vinculadas a cuestiones legales, sino que están profundamente entrelazadas con el bienestar emocional y psicológico de la víctima. Negar o minimizar esta elección puede agravar el trauma ya sufrido, mientras que respetarla puede ser un primer paso crucial en el proceso de recuperación.
  • Aunque respetar la elección de no denunciar es vital, es igualmente crucial que los sistemas legales, sociales y médicos proporcionen un ambiente propicio y seguro para que las víctimas se sientan respaldadas si optan por denunciar. Las víctimas tienen más probabilidades de acercarse a las autoridades cuando sienten que su seguridad, privacidad y dignidad serán preservadas y que tendrán acceso a una atención integral. Establecer protocolos de atención especializados, sensibilizar a las fuerzas del orden y al personal judicial y ofrecer apoyo psicológico y médico son esenciales para crear este ambiente.
  • Si bien la autonomía de las víctimas es primordial, la sociedad en su conjunto tiene un deber moral y legal de erradicar la violencia sexual. Asegurar que las víctimas se sientan empoderadas y respaldadas para denunciar puede conducir a una mayor rendición de cuentas y disuasión para los agresores. A largo plazo, esto beneficia no solo a las víctimas individuales, sino a la sociedad en general al promover la justicia, el respeto mutuo y un ambiente seguro para todos sus miembros.

 

Pie de página

  1. Disponible en: https://www.defensoria.gob.pe/wp-content/uploads/2023/04/NP-223-2023-D%C3%ADa-de-ni%C3%B1as-ni%C3%B1os-y-adolescentes.pdf y https://www.mimp.gob.pe/omep/cubo-estadistico.php
  2. Nota de Prensa n.º 223/OCII/DP/2023,  Defensoría del Pueblo: “Urgen intervenciones públicas focalizadas en erradicar la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes”, disponible en: https://www.defensoria.gob.pe/wp-content/uploads/2023/04/NP-223-2023-D%C3%ADa-de-ni%C3%B1as-ni%C3%B1os-y-adolescentes.pdf
  3. Universitat Olberta Catalunya, “Un estudio analiza los motivos que inhiben la denuncia de abusos sexuales”, disponible en:  https://www.uoc.edu/portal/es/news/actualitat/2016/053-denuncia-abusos-sexuales.html
  4. Disponible aqui. https://www.redalyc.org/pdf/1050/105018181010.pdf
  5. Judith Butler, “El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad”, disponible aqui:  https://www.lauragonzalez.com/TC/El_genero_en_disputa_Buttler.pdf
  6. Goffman, Erving “Manicomio, prisiones y convento”. Sao Paulo: Perspectiva, 1974. “Estigma”. Notas sobre la manipulación de la identidad deteriorada. a ed.4a Río de Janeiro: Ltc, 1998.
  7. Michelle Foucault, “Vigilar y Castigar”, disponible aqui: https://www.ivanillich.org.mx/Foucault-Castigar.pdf
  8. Acceso a la justicia para las mujeres víctimas de violencia en las américas”, secretaría general, Organización de los Estados Americanos  disponible en: https://www.cidh.oas.org/pdf%20files/Informe%20Acceso%20a%20la%20Justicia%20Espanol%20020507.pdf

 

*Abogada por la Universidad nacional San Luis Gonzaga De Ica, magistranda en Derechos Humanos en la PUCP, Abogada de violencia contra la mujer y violencia familiar, Asesora Legal del proyecto “Acción Verde”de la organización ciudadana “Accion por Igualdad”, con experiencia de atención de casos de violencia de género, ha elaborado diferentes artículos de opinión sobre derechos sexuales y reproductivos.

** Imagen: https://www.istockphoto.com/



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